miércoles, 5 de agosto de 2009

CONTROLE LAS PATALETAS EN LUGARES PÚBLICOS

Al hacer mercado, a los niños se les da por pedir todos los dulces y juguetes que ven. Cuando la respuesta es no, empiezan a gritar y patalear para lograr su objetivo.
En casa, cuando el niño hace pataletas usted simplemente lo ignora y él llora hasta que se cansa. Luego viene el sueño por tantas lágrimas y cuando se despierta es probable que ya todo esté olvidado.

Pero imagínese esta escena: mientras hace mercado, su hijo va dentro del carrito y de pronto se obsesiona con un cereal de figuritas que acaba de ver. Cuando usted se lo niega, porque no hay dinero y no se puede comprar todo siempre, él lanza un quejido que llega hasta el sótano del supermercado y empieza a llorar de la forma más inconsolable. Por supuesto, usted pasa a ser la mamá o el papá más desnaturalizado del planeta.

¿Qué hace en esa situación?
A. Lo grita más duro para que él, asustado, se calle. b. Lo baja del carrito y lo deja botado en el piso hasta que se canse de llorar. c. Sale corriendo por la vergüenza que le produce la pataleta. d. Le da una bofetada para que se controle. e. Ninguna de las anteriores. Respuesta. Si usted eligió la opción ‘e’ está en los correcto.
A continuación expertos le darán los consejos acertados para enfrentar esta situación.

Pasos por seguir en el supermercado
Volvamos a la escena del niño que grita mientras los padres compran los víveres. Aunque en la mayoría de los casos se recomienda no hacerle caso, en esta situación los padres deben mirarlo fijamente y decirle algo como: “Yo no voy a hablar contigo en esos términos, cuando te calmes sí te puedo escuchar”. El niño debe sentir que la mamá es la que manda.
Lo más importante es no ceder a las peticiones ante el berrinche, porque lo que está haciendo es reforzar esa conducta agresiva e inapropiada.

La sicóloga clínica Adriana San Martín señala que el niño “siempre quiere tener satisfacción inmediata, tiene cero capacidad de espera y de frustración. Cuando llega al colegio y nadie hace lo que él quiere se va a frustrar, no va a poder con el nivel escolar y va a querer mandar. No va a manejar autoridades, normas y va a tener problemas con la autoridad. Aunque en la casa tenga reglas, en el colegio estas son mucho más claras”.
Entonces, ¿qué hago?
San Martín aconseja que cuando el niño está gritando, la mamá debe “establecer límites que se deben poner sin dar explicaciones, ni ir más allá. De manera que el niño sienta que la que manda es la mamá; pero a nosotros nos da miedo mandar, ser fuertes y ejercer autoridad, frustrar al niño, decirle cosas que lo puedan herir; por eso, nos manejan terriblemente con el llanto.

La mamá empieza a dudar y a decir, ―pero por qué me voy a agarrar de que no le compro el helado―. Esa fisura el niño la detecta claramente y por ahí se ‘sube’ y es cuando tiene un poder enorme sobre nosotros”.
Pero si se pone a gritar igual que el niño, le va a dar un patrón de comportamiento errado. Si papá y mamá gritan, por qué no puede hacerlo él.

En este caso, no se debe ignorar al niño como en la casa, porque puede botarse al suelo, golpearse la cabeza, salir corriendo y atravesar la calle o romper objetos. “No puedes desatender al niño, porque de pronto se pierde, es más importante valorar la responsabilidad del cuidado que uno tiene sobre la responsabilidad de que sea bien educado”, aconseja Franco.

El siguiente paso es contenerlo. Si es un niño más pequeño hay que cargarlo y abrazarlo fuerte; si está en el coche, amarrarlo. Si es más grande, la mamá puede sentarse en el piso con él, abrazarlo por detrás y pasar una de sus piernas por el frente del cuerpo del niño para cerrarlo como haciendo una llave.

“Cuando ya está más calmado, debe tener la capacidad de contenerlo, de decirle no te puedo comprar eso. ¿Ya te calmaste, te tranquilizaste? Acogerlo, después de la angustia con la que el niño queda tras un episodio de esos. Y siempre decirle: te quiero mucho, yo puedo ponerme brava contigo, pero siempre te voy a querer”, recomienda la sicóloga Adriana San Martín.

Sin embargo, si el niño no deja de llorar se recomienda retirarse del lugar, porque va a seguir cerca del motivo de lo que originó la pataleta. Por último, los expertos recomiendan que por ningún motivo inflija un castigo físico, porque el niño se va a sentir incomprendido, con rabia y con mayor irritabilidad.

Todo tiene una razón
Este tipo de trastorno es más frecuente en hijos únicos, en niños que han estado en riesgo de morir, que han tenido una enfermedad grave o que simplemente sus padres son demasiado sobreprotectores.
Para Álvaro Franco, siquiatra infantil y de adolescentes, hay dos razones probables para estas pataletas: “Puede ser un grito desesperado, en busca de la atención que no le brindan, pero también lo hacen para pedir algo que él quiere. Es diferente tener caprichos a buscar que le den atención”, señala el siquiatra infantil Álvaro Franco.

Consejos para tratar a un niño ‘pataletudo’
1. Establecer jerarquías: los padres tienen que hacerle entender al niño que ellos son los que mandan. No pueden obedecer cuando el pequeño les dice: “tráigame algo”. Se les debe enseñar a que pidan el favor. Cuando ellos sean autoritarios, los padres tienen que ignorar esas actitudes.

2. No deben rendirles cuentas a los niños: a veces, los hijos les preguntan a los padres: “¿en dónde estaban?, ¿por qué no habían llegado? Esto significa un cambio de roles a los que los adultos no deben seguirles el juego.

3. Aplicación de premio y castigo: si el niño tiene una conducta correcta y adecuada debe premiársele, abrazarlo, besarlo, reconocer sus logros. Pero si no tiene la mejor actitud, se deben ignorar sus conductas inapropiadas, ser indiferentes y no sobreprotegerlos, es decir, permitirles que ellos hagan las actividades que pueden hacer por sí mismos, sin su ayuda.

Papás preparados en todo lugar
Lo primero que señala el siquiatra infantil y de adolescentes Álvaro Franco, es que cuando los adultos están bien capacitados para manejar la situación, los buenos resultados se reflejan inmediatamente en sus hijos.
Una pataleta como la que acabamos de nombrar, en el supermercado o en cualquier sitio público, puede ser la extensión de no haber controlado la situación a tiempo cuando se presentó en la casa. Los niños saben que en un sitio lleno de gente, sus padres están impedidos para actuar de la misma forma que en un ambiente privado, lo perciben y simplemente los manipulan.

Esta conducta es absoluta-mente normal en todos los niños. “Todos tienen dos etapas de conductas oposicionales, es decir, hacen lo contrario a lo que quieren los papás; esto es absolutamente normal. La primera va de los 2 a los 4 años y es cuando ellos tienen que demostrar que son unos seres diferentes e independientes de sus papás. Ellos están aprendiendo a hablar y uno muy orgulloso se encuentra con un amigo y le dice: -cuéntale cómo te llamas – pero él se queda callado. Con eso está diciendo: “yo soy un ser aparte, no hago lo que ustedes me dicen que haga”, explica. La segunda etapa, dice el especialista,es la adolescencia.

Por: Juliana Rojas H.

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